Una familia renacida

Escrito por Viorica Vladicescu
Traducido por Leonard Favela

Cuando se divorciaron los papas de Verónica y Ilie, su mamá mudó a Moscú y terminó toda comunicación con la familia. A pesar de esto, el papá de Verónica y Ilie, Vadim,1 continuó cuidándolos responsablemente, demostrando a sus hijos el amor y la afección como siempre había demostrado.

Desde la izquierda: Veronica, Vadim e Ilie

Pero en el año 2013, la familia empezó quizás un periodo más difícil en sus vidas. Mientras estaban fuera de su hogar, el techo de su casa se derrumbó. Para pagar el costo de las reparaciones, Vadim pidió dinero de un banco. Entonces, mientras estaba reparando el techo, Vadim pisó en un clavo – un accidente que pareció como algo no muy serio, pero se convirtió en un gran revés con meses de su movilidad limitada. Se necesitarían cuatro cirugías consecutivas para que Vadim volviera a caminar correctamente.  

Durante este mismo tiempo, el hígado de Vadim empezó fallar. Esto requirió una serie de tratamientos y más facturas médicas, pero Vadim siguió trabajando. Antes de que se terminaron las reparaciones, Vadim tuvo que pedir otro préstamo para completar la casa. 

El dinero y el tiempo necesario para reconstruir la casa, combinados con los crecientes problemas de salud y gastos médicos de Vadim, le quitaron demasiado a la familia y los dejaron hambrientos e indigentes.

Como último recurso, la familia se mudó a una habitación libre en la casa de la madre de Vadim. La casa era insegura y fría, especialmente durante los brutales inviernos. Comprendiendo que no podía satisfacer las necesidades básicas de sus hijos, Vadim decidió llevarlos a un orfanato con la esperanza de que, una vez que tuviera un hogar más seguro y pudiera proporcionar una vida mejor para su familia, regresaría por ellos y se los llevaría a casa.

Fue en ese entonces cuando nosotros en Children’s Emergency Relief International (CERI) conocimos a Verónica e Ilie por la primera vez, cuando los hermanos fueron admitidos en un orfanato en Orhei, Moldavia. Por veinte años, CERI ha estado ayudando a jóvenes como Verónica e Ilie en todo el país de Moldavia, estableciendo las mejores oportunidades para el cuidado de niños en situaciones desafortunadas o de entornos inseguros. Esto ha incluido reemplazar lentamente los orfanatos a favor de la adopción y el cuidado de crianza en el país, y equipar a los padres y otros cuidadores con la información y los recursos que necesitan para ser una fuente estable de apoyo para sus hijos, y para disminuir la posibilidad de separación de las familias biológicas.

En el orfanato de Orhei en 2012, Verónica e Ilie se inscribieron en el programa de cuidado de crianza de CERI con nuestro personal en Moldavia. Nuestra meta principal era empoderar y fortalecer a la familia Sandu para llegar a un lugar donde pudieran estar juntos nuevamente. Su padre, Vadim, permaneció comprometido con los niños y también pudo beneficiarse de CERI. Le ofrecimos servicios de asesoramiento y gestión de casos, así como clases y seminarios para padres, donde aprendió sobre las etapas del desarrollo psicosocial en los niños, cómo criar a los adolescentes y cómo fomentar hábitos de vida saludables con sus hijos. Junto con Verónica e Ilie, Vadim participó en las celebraciones de Pascua y Navidad en CERI, oportunidades para aprender sobre el amor de Dios y pasar tiempo con la familia. Estos esfuerzos equiparon a Vadim con un conocimiento importante para criar mejor a sus hijos con la consideración de sus necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales.

La familia Sandu hizo gran esfuerzo para superar las crisis que les llegaron y empezar una nueva vida. CERI apoyó a la familia y encontraron una patrocinadora para Verónica que se llamaba Hannah, quien se hizo mentor para Verónica.

Hannah viajó a Moldavia desde Texas dos veces para visitar a Verónica y ofrecerle su apoyo emocional. Como patrocinadora, Hannah proporcionó una contribución financiera mensual a Verónica incluso cuando no podía estar allí. El patrocinio de Hannah fue de gran ayuda para Verónica y su familia. Los Sandus también recibieron apoyo para otras necesidades como alimentos, ropa, zapatos y útiles escolares. Verónica incluso recibió una bicicleta para viajar de casa a la escuela. Un apoyo como este aseguró que los niños de Vadim no tuvieran que regresar a un orfanato.

Después de los 16 años, Verónica continuó su educación en una escuela profesional2 en Chisinau. Se quedó en el dormitorio de la escuela y comenzó a recibir servicios de atención transicional de CERI, lo que la ayudó a convertirse en una joven adulta responsable y bien integrada. Participó en entrenamiento de habilidades para la vida, clases bíblicas, proyectos de voluntariado, psicoterapia y clases de cocina. Estas actividades impactaron su vida y la ayudaron a crecer para alcanzar su potencial. Maduró, hizo buenos amigos y desarrolló un carácter honorable. 

Mucho ha cambiado en la pequeña familia durante los años en que fueron atendidos por CERI. Verónica se graduó de una escuela profesional con especialidad en turismo y hotelería. Ilie continuó su escuela y consiguió un trabajo en una fábrica cercana. Ambos hijos ahora viven en su hogar renovado, con su padre.

En cuanto a Vadim, se volvió a casar y se convirtió en padre nuevamente. Su hija menor se llama Anastasia, que traducida del griego significa “Resurrección”, marcando el renacimiento de su familia.


1 Se han cambiado los nombres de los miembros de la familia para preservar su anonimidad.

2 Similar a una escuela técnica en los EE.UU.