Tierra Fértil

por Elliott Harris

C

uando Miriam y Ray Callahan empezaron considerar seriamente la jubilación, sabían que su definición de una vida jubilada no iba ser una vida sin trabajo. Mientras planearon un curso de salida de carreras tradicionales, los Callahans empezaron pasando más tiempo en proyectos personales, removiendo el polvo de listas antiguas de cosas que hacer y permitiéndose a ellos mismos a tener grandes sueños sobre que iba ser su próxima etapa; sobre cómo querían trabajar en la vida libre que la jubilación pronto ofrecería.

De sus proyectos viejos, lo más significante era encontrar una vía de ingresos en un terreno que tenían. En 1994, los Callahans mudaron a San Antonio, Texas, comprando 31 acres de terreno saliendo por el oeste de la ciudad. Ray hizo la compra pensando en que él y Miriam un día encontrarían una manera para amortizar el terreno por medio de reconvertirlo, pero encontrar tal propósito era un descubrimiento que todavía no habían hecho.  

“Todos en mi trabajo andaban dándo ideas sobre cómo podríamos construir un salón para bodas,” dijo Miriam, agregando que la idea para un salón de bodas era una de las ideas más serias que consideraron que ella y Ray antes de investigar los costos para la construcción y el mantenimiento. “Al final de la conversación alguien dijo, ‘Has pensado en construir un lugar para ver luces navideñas por vehículo?’” La pareja no estaba familiarizada con esta tradición navideña relativamente nueva, pero, esa misma noche, Miriam llego a casa pensando en la sugerencia y lo dijo a Ray, que investigó lo que necesitaba para crear la experiencia.

“Antes de darnos cuenta, nació Elf Acres,” dijo Miriam.

Elf Acres sería el nombre del eventual país de las maravillas invernales de los Callahans, pero completarlo llevaría mucho más tiempo de lo que esperaban. Sin embargo, Ray estaba listo para el desafío, y su experiencia lo hizo útil para el proyecto. Pasó su niñez en bastantes pueblos del norte de Texas antes de unirse con la Marina a los 18 años. Los militares lo llevaron por todo el país y el mundo – Hong Kong, México, Australia, Japón, Singapur, Kirguistán, incluido el estado de California, donde conoció y se casó con Miriam. La pareja ha estado junta por 48 años.

Durante las décadas de su matrimonio, los Callahans trataron al mundo a su alrededor con un nivel excepcional de benevolencia. En cómo trabajan, lo que sacrifican y en donde dan, los Callahan siempre demuestran compasión. Entonces cuando Ray y Miriam comenzaron construyendo Elf Acres, solo era un proyecto personal. Pero muy pronto, se convertiría en una de las maneras en que los Callahans han usado sus bendiciones para bendecir a quienes los rodean. Aun así, llegar allí tomó tiempo. 

“Estoy sorprendido que después del primer año alguien regresó,” dijo Ray sobre Elf Acres.

“Pero a la gente le encantó!” respondió Miriam.

“Es cierto. Lo amaron,” Ray dijo de acuerdo.

Diez meses de trabajo no había sido suficiente para hacer sostenible a Elf Acres (perdieron dinero en su primer año), pero siguieron construyendo el proyecto lentamente, seguramente. En el tercer año, Ray se dio cuenta de que Elf Acres sería rentable por primera vez. 

Justo antes de que Ray se diera cuenta de esto, Miriam estaba fuera del país con CERI, un programa sin fines de lucro que ayuda a niños a prosperar con familias amorosas. Miriam paseó por India y Sri Lanka con la directora ejecutiva de CERI, Connie Belciug. En ambos países, Miriam fue testigo de problemas serios, pero soluciones claras. CERI tenía grandes planes en India y en Sri Lanka, en donde estaban trabajando para cambiar las leyes para que beneficiarán a los niños sin una familia más efectivamente, con más amor.

“Cuando estaba allá, pensé ‘Dios mío, están como 40 años atrás de donde estábamos nosotros,’ y lo podía mirar muy claramente,” dijo Miriam.

Lo que le permitió a Miriam esa claridad fue su trabajo de asesoramiento y protección de niños. Empezó su carrera como una trabajadora social en el enclave de Florida. La posición no era solamente especial porque era el primer escalón profesional después de la universidad, pero también porque ella era parte de una nueva generación que llegó poco después de 1974, cuando el gobierno de los Estados Unidos paso legislación contra el abuso y la negligencia de niños. “Fue la primera vez que tuvimos dientes; que podías hacer algo para estos niños que encontrábamos en condiciones horribles,” dijo Miriam durante una conversación en su casa.

El primer enfoque de CERI en el sureste de Asia, en donde Miriam había viajado con Connie, era apoyar y alentar a un cambio legislativo. Tal enfoque – combinando la atención directa y el cambio estructural – significa que las generaciones actuales pueden crecer y sanar mientras las generaciones futuras tendrán menos probabilidad de vivir los mismos problemas que sus predecesores. CERI estimó que el dinero necesario para el programa que querían comenzar era de $30,000. Al tener el dinero, les tomaría de dos a tres años promulgar su plan, lo que requirió la colaboración de gobiernos y organizaciones asociadas en India y Sri Lanka.

“Teníamos la oportunidad, tan pequeños que somos, para hacer un impacto que literalmente podría tener un enorme potencial. Eso me encendió, pero sabía que no teníamos dinero,” dijo Miriam. Lo que no sabía Miriam era que Ray había hecho los cálculos en casa y adivinaba que, si las tendencias de los últimos dos años quedaron consistentes, Elf Acres sería rentable por la primera vez.

Cuando Miriam regreso de su largo viaje al sureste de Asia, la pareja intercambió sus cuentos: Ray compartió las buenas noticias sobre Elf Acres, y Miriam habló sobre lo que había presenciado en su reciente viaje. Ray y Miriam estaban de acuerdo que la necesidad era grande y la solución era obvia.

Como una familia dirigida por la fe, los Callahans practican el diezmo (la contribución voluntaria de diez por ciento de sus ingresos). La importancia de este principio, junto con su trabajo anterior y la confianza en CERI, hicieron que la donación de algunos ingresos de Elf Acres fuera un movimiento claro para la familia. La única pregunta que quedaba era cuánto contribuir. Ray rezó sobre la donación, pidiéndole a Dios qué quería que su familia le diera a CERI. Cuando Dios respondió que deberían dar $10,000, Ray no lo creyó o, francamente, no vio cómo sería posible.   

“Ni siquiera habíamos ganado $1 en ese momento,” dijo Miriam.

Tan loco como parecía, obedecieron la petición de Dios y dieron los $10,000 al final de esa temporada navideña. Aún más, los Callahans se comprometieron con un plan personal para contribuir con $10,000 o 10 por ciento de sus ganancias anuales, lo que era mayor, por un período de al menos cinco años.

“Te lo digo, ese cheque de $10,000 fue el cheque más grande que jamás habia escrito…y se sintió bien; se sintió realmente bien,” dijo Ray sobre su primera contribución.”

Elf Acres ahora está en su quinto año, y los Callahans no piensan que el lugar de Navidad se desacelera pronto. Mientras donando las ganancias de Elf Acres es el acto más reciente de generosidad para las personas que necesitan, es lejos de su primer. Miriam era una trabajadora social por cinco años y una consejera cristiana por 18 años. Ray ayudó a las poblaciones internacionales tanto en la Marina como voluntario, ya sea a través del trabajo directo o de contribuciones financieras. Miriam y Ray sirvieron como parientes de hogar para niños adolescentes cuando solo eran una pareja recién casados en las edades de los veintes. También patrocinaron a dos mujeres jóvenes de Moldavia por CERI por diez años. Conocieron a las dos jóvenes, quienes son hermanas, y se quedan en contacto con ellas hasta hoy.

Además del viaje misionero que Miriam realizó con CERI a India y Sri Lanka, pasó una década como embajadora de la organización en City Church en San Antonio. En City Church, Miriam fue consejera, misionera y pastoral. Solo a Moldavia, Miriam hizo ocho viajes.

Está claro que los Callahans tienen el legado de ayudar a niños en la casa y a cruzar el mundo. En sus carreras, su tiempo libre, sus decisiones financieras, su participación en la iglesia, y en mucho más, Miriam y Ray parecen que están llamados una y otra vez para ayudar a los niños que enfrentan algunas de las circunstancias más difíciles del mundo. Pero ¿porque han sentido, con tanta fuerza y tanta frecuencia, que los niños merecen ayuda?

“He visto la forma en que las personas viven en todo el mundo y, sorprendentemente, incluso las personas que se encuentran en las áreas muy, muy pobres son personas felices, pero necesitan una oportunidad para mejorar sus vidas,” dijo Ray. “Apoyara CERI es mi manera de proyectar el amor mío y el cariño que tengo por otras personas que están en desventaja, para que tengan una oportunidad.”

“Los corazones de los niños son como tierra fértil y necesitan desesperadamente amor,” dijo Miriam. “Es en esos años de formación que tenemos la potencial de causar el mayor impacto; pero luego está ese elemento inexplicable, que es que Dios simplemente lo pone en tu corazón. He sentido el amor de Dios venir a través de mí, y no es lógico, pero es intenso, y es consistente, y así es como sé que es suyo.”


Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría. Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunda en ustedes.

2 Corintios 9: 6-8 (NVI)